Eduardo Casanova debuta con una oda al diferente en la Berlinale




Berlín, Alemania.

"'Pieles' es una película sobre gente diferente para gente que le cuesta ver lo diferente". Así define el español Eduardo Casanova su primer largometraje, que hoy se estrena en la sección Panorama del Festival de Berlín.

"Cuando aprendes a ver lo diferente y aprendes a a empatizar más con el otro y a entenderle, por muy doloroso que haya sido ese proceso, acabas siendo más feliz y tu alma se acaba como ampliando, como liberando", dijo el joven director, a quien el gran público conoce como el niño encantador, inteligente, aplicado y homosexual de la serie de televisión "Aída".

Pero este joven de apenas 25 años, que desde los ocho quería dirigir, que se aburría en la escuela y que desde los 12 no ha abandonado los platós, los focos y las cámaras, se estrena en el largometraje con una soberana bofetada al espectador. "Pieles" es una oda al diferente poblada de gente deforme para la que ha contado con la complicidad de algunos de sus compañeros en la serie que lo lanzó a la fama.

Ana Polvorosa (la "Lore" de "Aída") es una joven con un ano en la cara; Carmen Machi es madre de un hijo que quiere cortarse las piernas; Candela Peña tiene la cara deformada; Macarena Gómez da vida a una joven que ha nacido sin ojos y no conoce más vida que las cuatro paredes de un prostíbulo y el modelo Jon Kortajarena aparece irreconocible, con el rosotro desfigurado por un incendio.

"Hay un amor y un respeto muy grande a todos los personajes", asegura el director, que expone casos extremos con personajes fuera de lo común para cuestionarse sus propias contradicciones, abordar lo que lo obsesiona y le preocupa, para hablar de la necesidad de aceptarse uno como es y, en definitiva, para "evolucionar y aprender".

"Merece la pena hacer el ejercicio de ponerse en la piel del otro. Cuando uno es diferente o quiere ser diferente es un viaje. Me he puesto en la piel de ellos, porque es mi piel y porque yo me he sentido una persona malformada en un mundo rosa", explica el joven cineasta, que ha llegado a la Berlinale apadrinado por Alex de la Iglesia desde la producción.

Determinado, enfático y con las ideas definidas, Casanova siempre tuvo claro que quería ser director de las historias que él mismo escribía. Reconoce que ha sido afortunado al poder estar desde niño en un plató y que ha llevado una vida bastante extraña. Quiso dirigir a los 14 años su primer cortometraje, pero no lo dejaron, así que tuvo que esperar hasta los 17.

Desde entonces, aprovechaba el descanso entre una temporada y otra de "Aída" para rodar sus historias. "Mis cortos son una especie de ensayo hacia la película donde se habla de madres y de malformados", explica el cineasta, que opina que todo lo que escribe es "autobiográfico".

"Mi mayor referencia es la realidad, cuando tengo que escribir y no lo consigo me voy a (el centro comercial) El Corte Inglés y subo las escaleras y las bajo y observo a la gente", aseguró el joven, que coloca a sus personajes en un mundo de estética cuidada, dividida en dos colores: el rosa y el lila.

"Lo sorprendete es que mi realidad es así. Mi casa es rosa entera. Lo odio profundamente, pero no puedo ir contra él. No lo he superado", agrega el cineasta que, vestido con un polo también de color rosa, asegura que en su universo cinematográfico orbitan David Cronenberg, Roman Polanski o Todd Solondz, aunque este último elevado a la categoría de "dios".

"Yo creo que 'Pieles' es una experiencia como película, tú te sientas y te van a pasar muchas cosas por el cuerpo, es un viaje, una película diferente, cómica y extraña, te mete en un universo agradable, desagradable y extraño", asegura Casanova, que se ha desprendido de ese pelo rizado que definió a su personaje de Fidel y ahora luce un pelo corto, teñido de rubio platino.

"Es un viaje que merece la pena vivir. No te prometo que vaya a ser un viaje fácil, pero es un viaje nuevo y cuando vivimos cosas nuevas evolucionamos y la única función del humano en la tierra es evolucionar", sentencia a sus 25 años vividos muy intensamente.

Casanova no concibe la vida sin dirigir y más allá de como funcione esta primera película, lo que sí es seguro es que entra en el panorama cinematográfico dejando huella y va a ser una de las nuevas miradas a tener en cuenta en el cine español.