El espíritu desentendido, inusual y, sobre todo, sarcástico que tenía el maestro Juan José Arreola, desde hoy estará presente en la rotonda de los jaliscienses ilustres, donde sus restos mortales descansan junto con los de otros artistas, ideólogos y algunos personajes más que han sido incluidos a modo de homenaje que la sociedad les rinde.

La forma de ser, pero sobre todo su modo tan particular de hablar y de conversar, fue recordado durante la ceremonia de colocación de sus restos.

Algunos asistentes como el rector general de la Universidad de Guadalajara (UdeG), Tonatiuh Bravo Padilla, leyó durante la ceremonia un fragmento de la obra de Arreola ‘De memoria y de olvido’.

El autor de ‘Confabulario’ fue alguien muy a su estilo, aspecto que hacía que se identificara fácilmente. Dentro de esta personalidad sui géneris también se incluía su forma de pensar en lo que él hacía.

Arreola, en su faceta de académico, fue docente en la faculta de filosofía y letras, en donde buscó inculcar a los alumnos el gusto por la lectura en voz alta y porque la tradición de leer no se pierda. Otros aspectos que lo vincularon con la Universidad de Guadalajara incluyen el que se le haya dedicado la primera edición de la Feria Internacional del Libro (FIL) y que, además, se la haya otorgado el premio de literatura Latinoamericana y del Caribe, Juan Rulfo.

Arreola fue un gran jalisciense, pues además de sentir una gran afinidad por su natal Zapotlán el Grande, también se esmeró en que la gente pudiera tener una mejor compresión de la realidad a partir de la lectura, aspecto que recordó el gobernador de Jalisco, Aristóteles Sandoval, durante su intervención en la ceremonia de colocación de los restos del literato en la rotonda.

Ahora Arreola es de todos, pues forma parte de la cultura de los jaliscienses, indicó su hijo Orso, quien además agradeció a todos los que fueron partícipes de este homenaje, con el que dijo, se despedía de su padre.