Mucha vendimia y pocas políticas públicas en celebración de los pueblos originarios




Guadalajara, Jalisco.

En la plaza de las Américas de Zapopan, debajo de los toldos están los puestos de venta de comunidades triqui, wixarika, purépecha y nahua que ya viven en la zona conurbada de Guadalajara. También hay un templete para un foro con testimonios de artesanos indígenas que pretenden exponer cuán difícil es mantenerse activos en la ciudad. Aparecen muy pocos interesados en escucharlos, ni un solo funcionario del ayuntamiento de Zapopan se asoma, ni siquiera el director de Atención Ciudadana quien, antes de su cargo, era defensor legal de pueblos nahuas en la sierra de Manantlán.

La falta de espacios y el sentirse tratados como extranjeros en su propio país, así es lo que ha vivido Esperanza. Ella es purépecha y ha hecho de todo, hasta fue en fórmula con el PRD para al alcaldía de Tlaquepaque en las pasadas elecciones.

El ayuntamiento de Zapopan para el evento con los pueblos indígenas en el marco de su día internacional, según los propios expositores, solo autorizó el uso de la plaza pues ellos mismos tuvieron que alquilar los toldos. Así lo contó Mateo Minjares originario de Mezquitic, Jalisco. Forma parte de la Unión de Artesanos Wixaritari con diez años ya constituidos legalmente.

La discriminación que se ejerce a los indígenas migrantes ante las oportunidades laborales, es para la académica de la UDG Rosa Rojas, es más claro ejemplo de que las políticas públicas tienden a la expulsión de sus tierras originales y a la pauperización en las ciudades.


Jade Ramírez Cuevas Villanueva