Las restricciones consumen el ritual indígena de la sardina ciega en México
Fotografía: Jaime Ávalos - EFE




Tapijulapa, Tabasco.

Al ritmo de tambores y flautas, una decena de indígenas zoques realizaron este domingo una peregrinación a través de la selva para entregar sus ofrendas a la Cueva de la Sardina Ciega en un festividad de origen prehispánico en la que piden abundantes cosechas, pescas y lluvias.

Esta centenaria tradición arraigada en Tabasco es una muestra más del sincretismo religioso en México, que mezcla las costumbres indígenas con la celebración del Domingo de Ramos de la Semana Santa.

El ritual consiste en el descenso por las grutas de la Cueva de Villa Luz hasta alcanzar las aguas en las que los indígenas arrojan una mezcla de barbaso para aturdir a los peces y pescarlos.

Fotografía: Jaime Ávalos - EFE

Sin embargo, las autoridades ambientales han limitado la cantidad de topetes que se pueden pescar al reducir la cantidad de productos que se entrega a la comunidad para la elaboración del narcótico que se usa durante esta tradición.

Reynaldo Martínez, patriarca del grupo, cuenta a Efe que antes de esta limitación, hace unos 15 años, los participantes llevaban 70 maletas con unos 8 kilos de pescado, mientras que actualmente a penas consiguen recolectar seis kilos.

Eso ha provocado que los pobladores dejen de participar puesto que el interés es menor y ya han quedado atrás aquellos tiempos en los que en Domingo de Ramos solo permanecían en el pueblo las mujeres embarazadas que no podían descender a la cueva.

Fotografía: Jaime Ávalos - EFE

"Por eso casi la gente del pueblo no llega por lo mismo, porque no va a agarrar nada de sardinas, solamente los turistas que vienen a ver cómo se realiza la danza", contó.

De todos modos, los más fieles no fallaron esta vez al rito, que inició con una misa a las 8.00 horas del domingo en la que pidieron bendiciones para emprender la caminata ataviados de mantas, sombreros, paliacates y faldas bordadas de intensos colores.

Cada uno portaba en sus manos un canasto de mutusay (bejuco) repleto de flores silvestres, velas, y un envoltorio de hojas de platanillo con el barbasco que usarían para atrapar al diminuto pez.

El barbasco contiene rotenona, toxina natural que inhibe el oxígeno en los tejidos ocasionando que las peces se emborrachen y floten vivos. Una mezcla natural que, aseguran, no representa peligro para el consumo humano ni resulta tóxico para los peces.

Al frente avanzaba el patriarca, quien llevaba en sus manos la urna con copal y frente a la cueva exclamó en idioma zoque: "Buenos días, abuelo. Buenos días, abuela. Recibe nuestro saludo y escucha lo que te venimos a pedir".

"Tienen hambre nuestros hijos, tienen hambre nuestras familias, en el nombre de Dios y el agua, en el nombre del sol y la luna, en el nombre de nuestra madre tierra, regálanos tu sardina", dijo tras una danza en forma de ofrenda.

La mezcla fue lanzada al arroyo y atontó a las sardinas que se agolparon en las rocas, lo que facilitó su rápida captura mediante canastos.

Fotografía: Jaime Ávalos - EFE

El patriarca pidió también lluvias abundantes, ya que el agua del río ya no llega al torso de los pescadores como antaño.

Carlos Cordero, funcionario de turismo de Tapijulapa, dijo a Efe que la cueva debe ser declarada en patrimonio natural para la conservación e investigación de la fauna, acompañado de un plan integral de rescate un proyecto sustentable ecoturístico.

Afirmó, que el turismo masivo, el cambio de uso de suelo y la deforestación, son factores nocivos que se sumaron a su desgaste ecológico.

"Si no tomamos medidas para la conservación y protección de ellos, se nos va ir, por eso durante años hemos hecho vedas, si seguimos aventando barbasco, lo único que vamos a celebrar es su extinción", remató.

Con todo, el barbasco de este año prácticamente no tuvo el efecto deseado en las aguas de la cueva, a pesar de que los participantes entraron más allá de 60 metros.

"No se tuvo lo que se tenía que ser con las sardinas, no hubo pesca en esta ocasión", criticó con enojo y frustración Reynaldo Martínez al salir de la cueva con su canasta vacía.