El Ocotlán de la Celanese
Foto: Adriana Andrade




Ocotlán, Jalisco

Una silla gigante es observada por un señor, al lado, una fuente expulsa chorros de agua, las autoridades juran que está danzando.  Un cigarro se consume entre sus dedos, casi llega al filtro, esos pequeños tubos hechos de celulósicos que se producen en una empresa ocotlense, donde también producen filamento de acetato, con lo que se fabrican prendas interiores de mujer, o forros para sacos de vestir. Me refiero a la Celanese, una empresa que cambió la vida de Ocotlán y que cerró sus puertas este 31 de octubre de 2019.

El señor, no tardará en levantarse y subirse a una bicicleta que por su apariencia, debe ser herencia familiar de cuando menos dos generaciones. Antes desde aquí se podía ver una estructura que parece la de un cigarro de pie, despidiendo nubes de humo. Es allá Celanese, una de las empresas que logró posicionar a Ocotlán como un lugar de industria.

Curiosamente, la empresa que tanto ha influido a Ocotlán, no está en Ocotlán, se encuentra en el kilómetro 78.5 de la carretera Guadalajara-La Barca; es decir, está ubicada geográficamente en Poncitlán, sin embargo, a nivel simbólico, Celanese está en la identidad de Ocotlán.

“Qué se puede decir de Celanese Mexicana, pues Celanese Mexicana fue el orgullo, el orgullo de los ocotlenses. Fue el logo, la insignia por la cual nos conocíamos los ocotlenses en todo el estado de Jalisco, y yo creo que en todo México”.

Esa es la voz de Luis Arturo Macías García, un investigador de la Universidad de Guadalajara, uno de tantos ocotlenses que fue testigo del nacimiento de esta empresa, en aquel lejano o cercano año de 1942 y que comenzó a operar el 12 de abril de 1947.

“Fue el cambio, significó el cambio en la ciudad de Ocotlán, el cambio de ser una comunidad rural, dedicada solamente a labores del campo, a la agricultura y la ganadería; Celanese significó la transformación en una ciudad industrial”.

Javier Aguirre Hernández entró a trabajar en Celanese en 1974, dice que en aquel entonces trabajar para esta industria era algo muy positivo:

“Era una época excelente, porque la mayoría de los jóvenes ocotlenes, teníamos de dos: o estudiar o trabajar en la Celanese que era lo máximo a lo que podíamos aspirar en ese tiempo. Las personas que trabajaban en Celanese pues tenían un poco más de recursos, entonces pues ya no nos daban ganas de salirnos”.

Nos cuenta que las jornadas eran justas, que no era pesado trabajar para esta industria, sin embargo, las condiciones empezaron a cambiar. Martín Ramírez Velazquez, oficial de mantenimiento de instrumentación, ingresó a Celanese en noviembre de 1989 y salió en el 2001. Comenta, que es en esta fecha que el declive comenzó, cambiaron las dinámicas  de contratación y a cerrar algunos departamentos. Una etapa histórica de Ocotlán, comenzaba a morir.

En el libro Ocotlán y su identidad colectiva en movimiento, el académico Diego Nápoles Franco, nos cuenta que los ciudadanos veían a Celanese como símbolo ocotlense. Nos cuenta cómo en su época dorada, la ciudad era tranquila y había lazos sólidos entre los ciudadanos, ahora ya ni nos contestamos el saludo, dice uno de sus entrevistados.

En ese mismo libro se relata cómo el vestir una playera con el estampado de “Celanese” era como portar un smoking,  hoy no lo es más, escuchar algo de Celanese para muchos ocotlenses significa nostaliga. Se acabó el cigarro con todo y filtro, el 28 de junio, el Vicepresidente de Celanese, Marcel Van Amerongen, informó que la empresa  cerraría definitivamente el 31 de octubre, argumentado que una de las causas es la expansión de los fabricantes chinos.

El 31 de octubre llegó, algunos lloran, otros siguen peleando un finiquito justo, las autoridades estatales dicen que ya están resolviendo el asunto. Por su parte alcalde de Ocotlán, Paulo Gabriel Hernández, dijo que se buscaría aprovechar el talento de los empleados despedidos de Celanese, que hay quienes están abriendo negocios o trabajando para empresas, pero que sí, que este es un golpe a la economía de Ocotlán:

“Es una afectación que va a llevar a una desaceleración económica en nuestro municipio, tenemos contemplado que va entre los cuatro y seis millones de pesos mensuales que era lo que la empresa pudiera estar generando como derrama económica en nuestro municipio”.

Dijo que Ocotlán debe seguir siendo una ciudad industrial y que no solo eso, que también la Región Ciénega debe serlo. Sin embargo, no todos están de acuerdo con esta postura.

Durante el 2007, el Instituto Mexicano para el Desarrollo Comunitario dio a conocer que Celanese era una de las empresas con aportes más significativos de aguas residuales; también citan un estudio donde se señala que las aguas residuales descargadas en el Canal El Ahogado incumplían la  NOM-001-ECOL-1996 respecto a los parámetros permitidos de demanda bioquímica de oxígeno.

El periódico Extra publicó el 20 de enero de 2007 una nota titulada “Por construir gasoducto irregular Celanese debe millonaria multa al municipio”; el 3 de febrero dio cuenta de un accidente que generó daños hasta el centro de Ocotlán, según la SEMARNAT.

Son muchas las versiones de una industria que ya no está en Ocotlán, pero que dejó su huella en miles de ocotlenses. La ciudad sigue en movimiento, buscando cómo recrear su identidad sin dejar de comunicarse con el pasado, como lo sugiere Diego Nápoles, “la extensión de las formas de habitar la ciudad sustituye la extensión del hogar como símbolo de una mantenida comunión entre el tiempo”.

Este jueves 31 de octubre, en Ocotlán hubo un silencio peculiar, como si los ocotlenses estuvieran esperando que el reloj marcara las 10:30 de la noche, para escuchar por última vez el silbido de la Celanese.

Redacción Señal Informativa Ocotlán

[audio mp3="http://udgtv.com/wp-content/uploads/2019/11/CRÓNICA-CELANESE-PRODUCCIÓN.mp3"][/audio]