Ocotlán, Jalisco

La búsqueda de las respuestas a las preguntas que de niño surgieron en su mente y corazón son cuestiones que siguen vigentes y son fuente impulsora para continuar de pie en  la investigación.

“Digamos que la investigación se convirtió en una adicción por buscar cada vez más respuestas de este universo, no termino de responderme las cosas que le preguntaba a mi abuelita ¿Qué estamos haciendo en este mundo? ¿Somos el experimento de alguien? ¿Alguien nos está manipulando o juega con nosotros? o realmente somos una casualidad; no poderlas responder me mantienen vigente en la investigación”.

Estás son las palabras del investigador y académico Mario Eduardo Cano González, originario de Culiacán, Sinaloa, quien desde hace once años trabaja en el Centro Universitario de la Ciénega (CUCiénega) como investigador en biofísica; fue ganador del Premio Estatal de Jalisco 2018 en la categoría de Tecnología por su proyecto “Impulso a la innovación tecnológica en el laboratorio de Biofísica del Centro Universitario de la Ciénega” mismo que presentó con anterioridad a la universidad para bajar un recurso de cinco millones de pesos para el equipamiento del  laboratorio en el que trabaja, con la promesa deliberar entre cinco y seis investigaciones con ese recurso.

Mario Cano González se describe así mismo con un investigador de corazón puesto que su manera de divertirse es leyendo artículos. Cada momento lo utiliza para inventar, hasta en la hora de la comida, mezclando ingredientes y revolviendo el cereal de un tipo con otro, él sabe que es diferente en comparación de otras personas, sin embargo, sabe que cuando llega a casa con su familia, ya no es el investigador sino que es como cualquier otro más.

Desde hace 10 años sale a caminar una hora al día, ya que ha encontrado una fuente de inspiración y tranquilidad para su alma. Le gustan los animales y tiene una pasión por los juguetes desde su infancia. Él recuerda que desde niño era inquieto, le encantaba desbaratar los juguetes y todo cuanto se le cruzara, sólo para descubrir de qué estaban hechas. Su hermano mayor era su cómplice puesto que él reparaba todo lo que Mario destruía.

En el caminar de su vida como investigador y académico en Ocotlán, ha realizado 20 investigaciones que han sido patentadas, cuatro de ellas se encuentran en proceso de ser liberadas por la Universidad de Guadalajara (UdeG), varias de sus invenciones se enfocan en el combate al cáncer, como la utilización de nanopartículas para activar el sistema inmunitario y propiciar la eliminación de células cancerígenas mamarías.

El combate al cáncer lo ha llevado a generar su propia tecnología, aparatos de medición y desarrollo de métodos para medir cosas; gracias a ello y al grupo multidisciplinar que se encuentra en el CUCiénega surgió la línea de investigación a la que los científicos nombran como instrumentación biomédica, con la que Cano González ha desarrollado prototipos que ayudan a mejorar la calidad de vida de las personas con discapacidad,  dándoles independencia con aparatos que les ayude a moverse para su vida cotidiana, un ejemplo de ello fue la creación de un sistema automático por medio de señales electromiográficas en la que a través del movimiento emitido por los ojos la cosas son capaces de moverse remotamente.

Mario Cano no se imaginó durante su proceso como estudiante, estar enfocado en el área de la biomédica y mucho menos hacer investigación lejos de un grupo de físicos o fisiólogos, ya que durante su estancia en la maestría en física, el  doctorado con orientación en biomagnetismo y con el posdoctorado bajo la misma línea que el anterior, así como su estancia en Sao Paolo, Brasil, tuvo la oportunidad de hacer equipo y trabajar con físicos matemáticos, por lo que en un inicio le resultó difícil hacer investigación con los doctores del Centro Universitario de la Ciénega, puesto que la formación académica no tenía nada que ver con su línea de intereses.

Sin embargo, con el tiempo hizo equipo con los ingenieros en química, los ingenieros en computación y con las diferentes especialidades que oferta el campus universitario, por lo que fue posible desarrollar varias invenciones.

“Nunca pensé llegar a tanto, yo siempre pensé que merecíamos proteger una invención pero nunca me imaginé que derivado de esa iban a venir todas las demás, en parte se debe no sólo a mi inventiva sino a un grupo de personas que han tenido la capacidad de ver donde yo no he visto y de resolver las cosas que yo no he podido y el conjuntar estas cosas dio como resultado esta inercia inventiva que se ha generado”.

Mario Eduardo, expresó que en varias ocasiones pensó en dejar el CUCiénega y buscar otros lares en el que pudiera enfocarse más en la biofísica y volver a estar en comunidad con más físicos, pero la libertad en el espacio para trabajar en  temas e ideas que ha tenido en el plantel educativo así como la carga horaria vs investigación es muy favorable.

Sin embargo, señaló que el CUCiénega, así como toda la red universitaria de la UdeG carece de sistemas de medición lo que atrasa en gran medida las investigaciones de los académicos además de elevar el costo ya que comprar los servicios al exterior salen caros.

“Uno de los instrumentos es el microscopio de transmisión electrónica con el que se pueden analizar los materiales casi a nivel molecular, casi a escala atómica. A mi me ha tocado hacer fila de 2 meses para enviar una prueba y me la cobran algo cara y todo para checar si mi material está bien; no somos competitivos para nada”.

La Universidad de Guadalajara cuenta con dos microscopios de transmisión electrónica pero no funcionan al 100 por ciento, uno no tiene mucha resolución y el otro no puede extraer imágenes, eso ocasiona que a nivel nacional e internacional la universidad no sea competitiva, además de externar que todos los centros universitarios de la red UdeG necesitan más instrumentos para continuar constante en la investigación.

Aunque puntualizó que a nivel nacional el problema no es la falta de instrumentos porque siempre va existir la carencia tecnológica por el mismo avance que se tiene, sin embargo, es la repartición o la ubicación de los instrumentos que hacen que se vuelva casi inaccesible.

En México la transferencia de tecnología no es fácil puesto que no existen los empresarios interesados en comprar la invención para transformarla en productos que sean ofertados  en el mercado, las patentes se encuentran publicadas, las universidades cuentan con su cartera tecnológica, pero son muy pocas las que han logrado transferir tecnología.

El CUCiénega es el segundo centro universitario de la red UdeG que más a crecido en desarrollo tecnológico esto con base a las patentes que se generan por año, sin embargo, se espera que en el año 2019 considerando la infraestructura en función de invenciones per-capitas será el centro universitario con mayor número de patentes.

Mario Eduardo Cano no esperaba ser ganador del premio estatal de Jalisco en la categoría de tecnología en este año, al igual de que tampoco se esperaba que las preguntas que lo siguen desde niño continúen vigentes después de tanto estudio y sumergimiento en la ciencia. Vivió dos contrastes en su vida que lo marcaron la fe y la ciencia. Su abuela que profesaba la fe católica lo hacía leer la biblia en voz alto cuando era niño, y desde entonces como una semilla plantada en el corazón que con el tiempo crece, nacen las preguntas “recuerdo que mi abuelita me decía y la lees en voz alta haber si se te pega algo”.

Todas las preguntas que él se llegó a plantear durante su infancia y adolescencia, se las externaba a su hermano, quien desde a corta edad se perfilaba para ingeniería por su capacidad de innovar y reparar. Para Mario las respuesta de su hermano eran más lógicas que las respuestas de su abuelita, sin embargo, parece no haber respuesta ni en la ciencia ni en la fe acerca de ¿Qué estamos haciendo en este mundo? ¿Somos el experimento de alguien? ¿Alguien nos está manipulando o juega con nosotros? o realmente somos una casualidad.

Por María Ramírez Blanco

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