Ocotlán, Jalisco
La presentación del Paquete Económico 2020 plantea un escenario en el que se busca estabilidad y generar confianza. El presupuesto prevé que este año la economía tenga un crecimiento de entre 0.6 y 1.2 por ciento, en tanto que para 2020 estima un repunte de entre 1.5 y 2.5 por ciento. La visión del gobierno para el año que viene es mucho más optimista que la del sector privado, que espera apenas un crecimiento de 1.3 por ciento en 2020. Como lo dijo el secretario de Hacienda, Arturo Herrera, se trata de un presupuesto “realista y responsable” en busca de que “así lo perciban los mercados”.
El presupuesto prevé para 2020 un superávit primario de 0.7 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB), lo que significa que espera recaudar más en impuestos de lo que proyecta gastar (sin contar el pago de intereses de la deuda pública). Esto nos habla de un presupuesto equilibrado en el que se gastarán los recursos en la medida en que ingresen a las arcas del Estado. Y con miras a la recaudación, el presupuesto apunta a que la economía digital pague impuestos, fundamentalmente para plataformas de servicios como Uber, Airbnb, Ubereats y similares, así como una “actualización” -ajuste- de los impuestos que pagan los refrescos y el tabaco.
Si bien la propuesta es no aumentar impuestos, en el caso de los servicios de descarga en la economía digital se busca que comiencen a tributar en la misma medida que lo hacen los servicios que no son digitales, como las rentas y la venta de comida o de servicios. Y la actualización de los impuestos a los refrescos y el tabaco se refieren a que se ajusten de acuerdo a la inflación, es decir a la suba de precios prevista para el año que viene. También se proyecta un mayor pago a los intereses que generan los ahorros, es decir que del porcentaje de ganancia que reciben los ahorristas se cobrará un porcentaje más alto de impuestos.
En una visión general del presupuesto 2020, tenemos que se trata de una propuesta equilibrada y que busca ajustarse a un contexto complicado. Si bien es algo optimista en su proyección de crecimiento para el año que viene, en su plan de gastos no cae en los excesos, aunque si la economía no crece como se prevé, seguramente habrá menos ingresos y ello hará que se revisen los gastos.
El mensaje que se busca transmitir es claro: tranquilidad a los mercados. Es decir, con un presupuesto moderado para enfrentar un contexto complicado marcado por la desaceleración de la economía y por la guerra comercial, se busca generar confianza y con ello detonar las inversiones del sector privado. Aunque en el presupuesto se prevén obras públicas, apoyo a Pemex e inversión social, la cuestión de fondo sigue siendo el acompañamiento de los empresarios para que inviertan, generen empleos y contribuyan a la distribución de ingresos en la población.
Los pronósticos para el año que viene no son los mejores pero el gobierno se muestra optimista. Con este presupuesto se busca enfrentar la desaceleración aunque los resultados importantes deben medirse en cuanto a recuperación del crecimiento, la creación de puestos de trabajo y la mejoría en los ingresos de la gente.
Por Héctor Farina Ojeda
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