El Análisis | De nuevas y viejas habilidades
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Ocotlán, Jalisco

La crisis económica provocada por la pandemia no solo ha generado una pérdida sin precedentes de empleos sino que también puede derivar en una brecha de habilidades, lo que significa que muchos de los trabajadores no encontrarán empleos idóneos para lo que sabían hacer, sino que deberán ajustarse a la demanda de nuevas habilidades y competencias, de acuerdo a un reciente informe de la Organización Internacional del Trabajo (OIT). Esto genera una presión sobre los sistemas de formación profesional que requieren de una acelerada renovación de estrategias en América Latina.

El problema no es nuevo pero, al igual que en muchos sectores, la pandemia lo agudizó y aceleró hasta convertirlo en urgente: con la transformación de los empleos y la migración de la economía hacia el mundo del conocimiento y de lo digital, los conocimientos, las competencias y las habilidades deben reinventarse y adelantarse a los tiempos. En el informe “Formación profesional en la respuesta a la crisis y en las estrategias de recuperación y transformación productiva post Covid-19” la OIT dice que el desafío de la formación profesional es recalificar a los trabajadores que perdieron empleos que ya no volverán, así como facilitar la transición hacia la reconversión productiva y nuevos empleos.

Desde hace varias décadas, muchos puestos de trabajo comenzaron a desaparecer, al mismo tiempo que otros emergían, sobre todo debido a la tecnología. Hace 25 años ya lo documentó el pensador norteamericano Jeremy Rifkin en su libro El fin del trabajo: el empleo, tal como lo conocemos, desaparecerá y la tecnología reemplazará mucha mano de obra. Ante esto, hay que desarrollar nuevas habilidades y, fundamentalmente, la capacidad de innovar, cambiar y ajustarse a nuevos retos. Hace un par de años, en su libro ¡Sálvese quien pueda! El futuro del trabajo en la era de la automatización, el periodista Andrés Oppenheimer describió muchos ejemplos de trabajos que ya estaban siendo realizados por robots y no por personas.

Antes de la pandemia, la tendencia ya apuntaba a que los empleos manuales y mecánicos serían reemplazados por la automatización. En cambio, los puestos que requieran de habilidades blandas, de comprensión, creatividad y de conocimientos especializados tenderían a revalorarse. La pandemia lo que hizo fue convulsionar el proceso de transformación, con lo que el movimiento hacia la digitalización se volvió acelerado y obligatorio, dejando obsoletas viejas habilidades y colocando a la reinvención y el aprendizaje acelerado en primer plano.

Sin embargo, pese a lo abrupto de los cambios debidos a la pandemia, en el fondo estamos ante una transición acelerada en la que debemos basarnos en lo que ya sabíamos hacer y de ahí migrar a lo digital y a lo innovador. Los trabajadores latinoamericanos son altamente creativos y están acostumbrados a inventar desde la precariedad. Lo que ahora falta es una formación especializada que impulse al talento hacia la economía del conocimiento y hacia las oportunidades del mundo digital. Por ahí es.

Por Héctor Farina Ojeda