El Análisis | El desarrollo de la existencia
Cortesía




Ocotlán, Jalisco

“El deseo de significado no sólo es la manifestación verdadera de la humanidad del hombre, sino que además, tal y como ha resaltado Theodore A. Kotchen, es un criterio fiable de salud mental”. Escribió Viktor Emil Frankl, en su obra “El hombre en busca de sentido último”. 

Frank sostenía que: “… la carencia de un significado y un propósito en la vida es indicador de desajuste emocional…” y  ahondaba en el citado libro acerca de su argumentación, expresando: “Una vez la persona halla una causa o empieza a amar a otra persona, la felicidad llega por sí misma…”. En el encuentro de las causas que movilizan la vida se produce la realización constante de la misma. Es esa búsqueda que pregona la construcción permanente de la esencia humana, expresada vivencialmente en la potencia de los hechos cotidianos. Es en ellos en donde uno puede amparar y potenciar su ser. 

Donde hay vida hay crecimiento. Es indudable que la humanidad está llamada a crecer, a construir, a crear entornos que cobijen el ímpetu del desenvolvimiento personal y social. Ese deseo, sostenido por valores que cimientan el presente y que estimulan las vocaciones que pregonan prosperidad, orienta el camino del día a día. Es ese trecho del ahora el que requiere un sentido, así podrá transformarse en un peldaño vital, en una fuerza necesaria para el siguiente momento, facilitando el proceso natural de la causalidad. 

En lo que uno piensa se desarrolla su existencia. Ese pensar habilita la presencia de las ideas que fluyen progresivamente. De manera que las representaciones mentales permiten identificar la valorización de lo que sucede, por consiguiente a la facultad de percibir se le suma la de apreciar. Esta última activa un abanico de criterios, los que se orientan a través de la experiencia y del aprendizaje, y por sobre todo, están asociados a la libertad humana, constituyéndose el universo de las razones en una fuente inagotable de vida.

Las manifestaciones verdaderas están exteriorizadas en los hechos concretos. Son ellos los que ejemplifican el pensar. Los propósitos tienen un determinante protagonismo, mueven la conducta hacia la búsqueda de lo anhelado. Ese movimiento existencial vibra en el ejercicio de las responsabilidades que alientan la convivencia humana. 

Por Marcelo Pedroza