El Chapo y otros narcotraficantes le escriben una carta a la CNDH




Cerca de 140 reos de un penal mexicano de máxima seguridad, entre ellos el narcotraficante Joaquín El Chapo Guzmán, enviaron una carta al ombudsman para denunciar las condiciones "inhumanas" en las que están recluídos, que incluyen comida con gusanos o colchones maltrechos para la visita conyugal.

En una misiva de 11 páginas escrita a mano y firmada de puño y letra por conocidos narcotraficantes, secuestradores, homicidas y pedófilos de la cárcel federal de El Altiplano, los presos solicitan a la estatal Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) que revise sus condiciones.

Algunas de las penurias denunciadas en el texto, del que la AFP tiene una copia, son un "sin número de irregularidades" en las visitas familiares y conyugales, alimentos "agusanados", con piedras o caducados, falta de atención médica, hacinamiento en las celdas, falta de comunicación o sólo una hora al día al aire libre.

Además de El Chapo, considerado antes de su detención en febrero de 2014 el capo más poderoso del mundo al frente del cártel de Sinaloa, firman la carta Edgar Valdez La Barbie, uno de los exlíderes de ese cartel; el último dirigente de la dinastía delictiva Beltrán Leyva, Héctor Beltrán Leyva El H; o Miguel Angel Guzmán, hermano de El Chapo.

Israel Vallarta, exnovio de la francesa Florence Cassez, también se sumó a la carta así como Daniel Venegas Martínez y Aurelio Arizmendí, miembros de una banda de secuestradores que acostumbraba a cortar las orejas de sus víctimas para enviarlas a sus familiares, y José Luis Canchola, secuestrador del entrenador argentino Rubén Omar Romano.

Malos olores y "(h)acinamiento" 

"El internamiento se da en condiciones inhumanas donde priva el acinamiento (sic)", se lee con algunas faltas de ortografía en la carta.

Los presos también se quejan de que las salas de visita son "insalubres", con mobiliario y ventanas rotas y de que las habitaciones para la visita conyugal están en pésimas condiciones y tienen "colchones hechos cunas, con alambres salidos y no se diga lo sucios por el uso y mal aseados".

Aseguran que, además, deben convivir "con el olor de los sanitarios (...) fugas de agua, el constante taponamiento y el óxido que brota por todos lados, producto de los muchos años de servicio y los poco de reparación".

En julio pasado, cerca de 100 reos de El Altiplano -ubicado a 85 km de la capital- ya realizaron una huelga de hambre para reivindicar sus derechos.

Un funcionario de la oficina de prensa de la CNDH confirmó a la AFP que el organismo recibió la carta el 25 de febrero pasado y dijo que "estudiará, revisará y valorará la información y en su momento" dará una respuesta.

Por su parte la Comisión Nacional de Seguridad, instancia que tiene a su cargo los centros penitenciarios, rechazó pronunciarse sobre la carta por no haber recibido notificación oficial de la CNDH, indicó un vocero de esta comisión.

Las malas condiciones de las cárceles mexicanas  

"Se piensa que al ser la escoria, no merecen el mínimo respeto", pero sus condiciones "deben ser acordes a la dignidad humana", dice Sandra Salcedo, abogada investigadora del programa de derechos humanos de la privada Universidad Iberoamericana.

La experta consideró que, independientemente de la investigación que tendría que hacer la CNDH, son preocupantes las malas condiciones en las que están los reclusos en la mayoría de las cárceles del país.

El "hartazgo" de los reos por la falta de condiciones dignas termina muchas veces en motines, "ojalá se organizaran más" para evitar la violencia y que los presos sufran represalias por denunciar, añadió.

Entre los últimos personajes del hampa ingresados en El Altiplano está el líder del cartel de Los Caballeros Templarios, Servando Gómez alias La Tuta, detenido el viernes, y José Luis Abarca, exalcalde de Iguala, acusado de ordenar el ataque contra los 43 estudiantes desparecidos y posiblemente masacrados de Ayotzinapa.

Este penal de muros de un metro de espesor y severas medidas de vigilancia fue el primero de máxima seguridad en México inaugurado a inicios de los 90 para evitar la fuga de reos de la talla del histórico capo Rafael Caro Quintero, uno de sus primeros huéspedes.