Muere a los 85 años Montserrat Caballé, la diva española de la ópera mundial




Barcelona, España.

La soprano española Montserrat Caballé, una de las mejores de la historia de la ópera, murió hoy a los 85 años, una pérdida lamentada unánimemente por el mundo de la música, la cultura, la política y la esfera social.

"Era la Caballé, la gran señora de la ópera, leyenda de la cultura universal, la mejor entre los mejores", según un mensaje de los reyes de España difundido en Twitter.

La cantante de fama mundial, cuya salud era delicada desde hacía años, se encontraba ingresada desde mediados de septiembre pasado en un centro sanitario por una dolencia que padecía desde tiempo atrás. La madrugada pasada falleció en el hospital de Sant Pau de Barcelona (noreste español).

El velatorio se instalará mañana en el tanatorio de Les Corts de Barcelona, donde el lunes se oficiará el funeral, al que asistirán, entre otros, el jefe del Gobierno español, Pedro Sánchez, y el presidente regional de Cataluña, Joaquim Torra.

Caballé, reconocida internacionalmente, fue una de las grandes voces líricas del siglo XX, la más universal de las cantantes españolas de ópera, a la altura de la griega Maria Callas, la australiana Joan Sutherland, la alemana Elisabeth Schwarzkopf o la italiana Renata Tebaldi, tanto por su calidad vocal como por el dominio técnico.

Pero ella lo asumía con modestia: "¿Yo, una diva, la última diva? ¡Qué va! Cuando salgo a cantar soy 'la Montse' y nada más", afirmaba próxima a cumplir 70 años.

Y exclamaba: "¡Qué aburrimiento el relajarse, el vivir sin hacer nada!"

En más de 50 años de carrera, la artista actuó cientos de veces en los principales escenarios del mundo junto a las mejores orquestas y repartos. Interpretó cerca de 90 papeles de más de 40 obras.

Montserrat Caballé Folch nació el 12 de abril de 1933 en el barrio de Gracia de Barcelona, hija de una familia modesta. Ingresó a los 11 años en el Conservatorio Superior de Música del Liceo (teatro lírico) de la ciudad con una beca. Se graduó en 1954 en una accidentada prueba final, en la que llegó a perder el conocimiento.

Debutó el 27 de junio de 1955, con el papel de Serpina de "La serva padrona", del italiano Giovanni Battista Pergolesi. Fue en el Teatro Principal de Valencia (este español).

Comenzó a consolidar su carrera y prestigio en las óperas de Basilea (Suiza), Viena y Bremen (Alemania), hasta que actuó por vez primera en el Liceo de Barcelona, el 7 de enero de 1962.

El 20 de abril de 1965 sustituyó en el Carnegie Hall de Nueva York a la norteamericana Marilyn Horne en "Lucrecia Borgia"', del italiano Gaetano Donizetti, con un éxito arrollador.

La soprano repitió triunfo con "Fausto", del francés Charles Gounod, en la Metropolitan Ópera de la misma ciudad.

Tras actuar en el Carnegie Hall, el periódico The New York Times tituló: "Callas + Tebaldi = Caballé", lo que le supuso el impulso internacional definitivo.

Cantó en los teatros más selectos del mundo: Scala de Milán, Staatsoper de Viena, Royal Opera House Covent Garden de Londres, Opera de París, Bolshoi de Moscú, Teatro Colón de Buenos Aires, Teatro Real de Madrid y las óperas de San Francisco, Hamburgo y Múnich, que hoy lamentan su muerte.

"Con Montserrat Caballé nos ha abandonado una de las personalidades del cante más impresionantes del siglo XX", dijo el director de la Ópera Estatal de Viena, Dominique Meyer.

Escribió "una página de oro en la historia de las interpretaciones" de ópera, según el director artístico del teatro Mariinski de San Petersburgo, Valeri Guérguiev.

Tenía "un timbre personalísimo, una calidad absolutamente única, una técnica prodigiosa y una sensibilidad sorprendente para adaptarse a todos los repertorios", explicó el exdirector artístico del Liceo, que ahora trabaja para el Teatro Real de Madrid, Joan Matabosch.

El tenor español Josep Carreras incidió en su calidad humana, una mujer "muy vital, muy sensible y entrañable".

La soprano siempre se sintió especialmente unida al Liceo de Barcelona. Llegó a cantar ante sus ruinas cuando quedó destruido en 1994 a causa de un incendio y donó una cantidad importante de dinero para la reconstrucción.

Recogió durante su carrera innumerables distinciones, entre ellos el Premio Príncipe de Asturias de las Artes de 1991, compartido con otros grandes de la lírica española: Victoria de los Ángeles, Teresa Berganza, Pilar Lorengar, Alfredo Kraus, Plácido Domingo y Josep Carreras.

En la última etapa de su vida, llegó a un acuerdo con la Fiscalía española por el que devolvía a Hacienda 500 mil euros, aceptaba una condena de medio año de prisión y una multa de 254 mil 231 euros por fraude fiscal.