El mejor amigo del hombre en Afganistán es el perro rastreador de explosivos
Fotografía: Wakil Kohsar - AFP




Kabul, Afganistán.

La perrita Naya, una hembra de pastor belga, salta por encima de los setos y se lanza a los túneles de un recorrido de obstáculos en Kabul. A pesar de las apariencias, no está jugando, sino que se forma en una cuestión clave: aprender a detectar explosivos para salvar vidas.

La perra de tres años es uno de los internos de cuatro patas del Centro de Detección de Minas (MDC), situado en una colina de la capital afgana.

Desde hace unos 30 años, esta oenegé afgana asegura haber transformado 1,100 cachorrillos revoltosos en una fuerza disciplinada y formada gracias a sus adiestradores.

Los perros detectores de explosivos son omnipresentes en Kabul, ya sea en puestos de control o en complejos gubernamentales. Su misión es localizar las bombas artesanales introducidas de forma clandestina en la ciudad, que cada año dejan innumerables víctimas.

"Los perros son muy útiles [...] hacen su trabajo rápidamente", señala Taj Mohamad, formador en el centro, en el que enseña a los canes a detectar el olor de los explosivos.

Los perros deben identificar qué bidones, entre las decenas colocados en una ruleta metálica, contienen potenciales bombas o droga. Cuando aciertan, sus adiestradores los recompensan con una bala de goma para mascar.

Perro Fotografía: Wakil Kohsar - AFP

"La relación con el maestro debe ser perfecta. Si no funciona, habrá víctimas", asegura Mohamad durante una reciente visita de la AFP.

Para adiestrar a un perro rastreador de explosivos se requieren alrededor de dos años, en un proceso que resulta igualmente intenso a los canes -pastores alemanes o belgas- y a sus maestros. "Es como construir una casa o criar a un niño", asegura Mohamad.

El salario de los adiestradores, de unos 500 dólares mensuales, es relativamente alto para Afganistán. Con este peligroso trabajo, también tienen derecho a un seguro de vida y una jubilación.

- "Enemigo escondido" -

Perro Fotografía: Wakil Kohsar - AFP

Los explosivos son "un enemigo escondido", considera Zabihulah Amin, uno de los amaestradores, quien reconoce tener "constantemente un poco de miedo".

Cuando el MDC abrió sus puertas, en 1989, los perros procedían principalmente de Holanda. Pero la mayoría de los actuales nacieron en Afganistán, donde su cría comenzó en 1994.

Su misión inicial era localizar las minas antipersona, una labor fundamental en un país en el que estas devastadoras armas se dispersaron con regularidad desde la invasión soviética, en 1979.

Pero varios fracasos opacaron su reputación. En algunos lugares en donde los perros no encontraron nada, después explotaron minas. Y algunos habitantes que creían estar entrando en un lugar seguro fueron las víctimas de este error.

Según Abdul Qudos Ziaee, jefe de operaciones en la Dirección de la Coordinación de Lucha Antiminas de Afganistán, los perros no fueron empleados de forma correcta en estos incidentes, o sus maestros no habían recibido una buena formación.

Perro Fotografía: Wakil Kohsar - AFP

"Ya fuera por culpa del amaestrador o del perro, que no fue bien amaestrado, la mina no fue localizada y fueron los civiles quienes sufrieron las consecuencias", señala Ziaee.

En el MDC, los amos afirman que sus perros son más eficaces encontrando minas que los detectores mecánicos, ya que pueden olfatear explosivos en dispositivos no metálicos.

Según Ziaee, al menos 1,432 personas murieron o resultaron heridas en Afganistán en 2018 por minas y restos explosivos de guerra.

También 27 empleados del MDC fueron víctimas de los explosivos, según Mohamad Wirwais, un exdesminador que quedó ciego mientras "limpiaba" un terreno en 2008.

A pesar de su discapacidad, sigue trabajando en el Centro de Detección de Minas, aunque ahora se encarga de otras labores.

"Yo tengo suerte. Tengo amigos [...] que perdieron la vida debido a las explosiones de minas"; dice Wirwais, convencido a pesar de los riesgos de que el desminado, con o sin perro, sigue siendo "un trabajo muy importante" para la población.