Venta de desayunos caseros por casi 30 años




Por Luz Atilano

Desde hace poco más de 29 años, las conocidas como hermanas Olvera sostienen un negocio de venta de desayunos que también lleva su apellido. Sobre el boulevard Félix Ramírez Rentería, prácticamente en la entrada principal al Pueblo de Moya, del que por supuesto son originarias, se encuentra el establecimiento en el que Rebeca, Obdulia, Gregoria y Teresa Olvera Mendoza, atienden todos los días a sus clientes, en su mayoría frecuentes.

Casi sin planearlo, quienes iniciaron con este comercio fueron su madre, la señora María Isabel Mendoza Yépez, y María de Jesús Olvera Mendoza, la mayor de las hijas. Según comparte Rebeca Olvera, se convirtió en un negocio de toda la familia:

«Es un negocio familiar, lo comenzaron mi mamá y una de mis hermanas, la mayor… y así ha pasado ya por todas nosotras. […] Ya empezamos a venir todas porque pues entre más ya íbamos poco al paso vendiendo un poquito más y un poquito más. Entonces ya necesitábamos estar aquí el equipo completo […] Y es que haz de cuenta que mi mamá siempre era de las que en casa nos hacía tortillas. Y este local ella lo rentaba, este local es de ella. Entonces típico… que las rentas no te las pagan, y entonces dijo mi mamá “bueno, si torteo en la casa, me voy a ir a tortear ahí. Si vendo dos tacos, tres tacos igual nos vamos a comer nosotros las tortillas”. Y así empezamos, vendiendo pues muy poquito, muy así al pasito y ya han pasado muchos años, 29 años».

A las personas les gusta acudir a desayunar con las hermanas Olvera, porque se trata de comida casera. Pueden encontrar diferentes guisos de carne como chicharrón, costilla, carnitas, chorizo, bistec; también hay otros platillos como chiles rellenos, chilaquiles y variedad de verduras como calabacitas, chícharos, ejotes, champiñones, huitlacoche, papas, nopales, entre otros, que se sirven en taco, en quesadilla o como platillo.

Desayunos Olvera

«Les gusta mucho la sazón, o sea todos los guisos, porque dicen que es comida casera y luego también hacemos por tener muchas verduras porque ahora que la gente está enferma si no es de una cosa es de otra y luego dicen “ay no, hora no vamos a comer carne”. Entonces es por eso que muchas veces nos visitan así los clientes… y yo pienso que parte de nuestro éxito es que tenemos ya la comida preparada y la gente viene y al instante es atenderla. O sea, no nos tardamos, no las entretenemos, vaya. A lo mejor esa es una de las ventajas», añade Rebeca Olvera.

Las cuatro hermanas, junto a sus padres, se dedican enteramente a este negocio. Como se requiere de trabajo previo, entre todos colaboran. Desde un día antes cuecen y muelen el maíz para las tortillas y acercan lo que haga falta; cada mañana desde, entre las cinco y media y seis horas, comienzan a preparar los guisos, y a partir de las ocho y media abren el establecimiento, para cerrar a la una treinta de la tarde.

Comparten Obdulia y Gregoria Olvera que se trata de un trabajo en equipo y en el que, de hecho, las tareas no se dividen, sino que todas saben hacer de todo y se van turnando por días.  Pero lo que consideran que nunca debe cambiar es la higiene, la calidad de su servicio y, por supuesto, el buen trato a los comensales:

Obdulia: «Pues yo pienso que el éxito del negocio ha sido ese, saber trabajar en equipo y el que no tengamos un trabajo determinado, eso también es significativo porque todas sabemos hacer de todo. Hoy me toca a mí guisar y a ella otra cosa, y mañana le puede tocar a ella lo que yo hice hoy e igual lo sabe hacer. Entonces yo pienso que de ahí viene el éxito, y la satisfacción pues no tiene nombre porque como ser humano, más que satisfechas; económicamente, a Dios gracias, más que satisfechas… y pues pidiéndole a Dios que no nos desampare. Los comerciantes eso tenemos, si hoy no vendemos, mañana nos levantamos con la esperanza de que sí vamos a vender».

Gregoria: «Pienso también que lo disfrutamos, por eso también estamos contentas con nuestro trabajo, será porque es familiar, nos une… de cualquier manera estamos trabajando juntas y pues yo pienso que también es muy importante eso, estar contentas porque lo estamos reflejando a la clientela. Ellos no tienen la culpa, la clientela, de que si tenemos problemas o estamos enojadas o qué sé yo… pues no, ellos no tienen por qué, ahora si como luego dice uno, “pagar los platos rotos”, y pues tratamos de prestar nuestro mejor servicio».

Además, aseguran, otra de sus grandes satisfacciones es conocer a infinidad de personas, pues con el paso de estos 29 años han hecho amistades que incluso han trascendido generaciones.