Migración y justicia social




Por Paúl Martínez Facio

El 26 de noviembre del 2007, la Asamblea General de las Naciones Unidas declaró el 20 de febrero como fecha para celebrar el Día Internacional de la Justicia Social. Para el caso de este año, la ONU estableció que las actividades a realizar estarían enfocadas en la población migrante, y es que actualmente se calcula que un 4.4 % de la mano de obra mundial es realizada por personas que tienen que salir de su país de origen para desempeñarse en otras latitudes.

Al respecto del fenómeno migratorio, la licenciada en Antropología por la Universidad de Guadalajara, Lourdes Martínez, comenta:

“El fenómeno migratorio es un fenómeno natural, porque el hombre tiende a desplazarse, yo ponía mucho el ejemplo de los primeros seres humanos, el primer hombre que se desplaza en la búsqueda del alimento, los nómadas que van buscando mejor calidad de vida, el aspecto espiritual, que también se trabaja en que vamos migrando hacia otro destino; entonces, puedo definir el fenómeno natural, como un aspecto, como un derecho natural del hombre, el derecho a desplazarse y el derecho a establecerse en donde pueda tener una vida digna”.

Entre los factores que se toman en cuenta para elaborar un índice respecto al grado de Justicia Social presente en una sociedad, se considera el acceso a un empleo digno, servicios de salud y seguridad pública, así como un principio de equidad entre los componentes de dicha sociedad. Sobre cómo perciben estos elementos y su relación con el fenómeno migratorio algunos residentes del municipio opinan lo siguiente:

“Estamos muy mal, sí, porque en tanto a justicia social creo que solamente es por palancas o conveniencias o estatus social, creo que la justicia social no siempre se le da a todos”.

“Sí hay, pero todo está como mal repartido, no hay igualdad, no hay equidad, sí hay mucha calidad de vida para algunos, pero para otros no”.

“Andamos muy mal, hay mucho delincuente, mucha corrupción y hacen falta empresas de trabajo, o sea fuentes de trabajo para que no emigre la gente”.

“Sí tengo conocidos que han tenido que emigrar porque sus familias se encuentran en otros países, porque no encuentran la estabilidad económica en el nuestro”.

El fenómeno migratorio, en términos de justicia social, tiene dos caras. La cara visible la componen aquellas personas que salen de sus territorios de origen en busca de una mejor calidad de vida; sin embargo, existe otra faceta, la que se compone de las condiciones de vida presentes en los sitios expulsores de migrantes. Respecto a la forma cómo debiéramos comprender la migración desde la justicia social, explica Lourdes Martínez:

“Lo ideal sería, que se respetara el primer derecho, a no migrar, que en el lugar de origen puedas obtener esa calidad de vida; y el segundo derecho sea que si no se cumple el primero, puedas aplicar el derecho a migrar, puedas desplazarte tú en busca de mejorar tu calidad de vida”.

Sin embargo, la aplicación de políticas públicas que garanticen estos derechos es poco productiva, pues el problema se aborda desde una perspectiva meramente económica, en la que poco importan las personas:

“Uno de los obstáculos es precisamente ese, que a los países no les interesa, para empezar, el porqué se les está yendo la gente; y en segunda, la recepción de personas que llegan a sus fronteras”, añade la antropóloga.

Para el caso de México se calcula que alrededor de 33 millones de mexicanos viven en Estados Unidos; además, como país de tránsito hacia la frontera norte, recibe migrantes de Centro y Sudamérica, situación que amerita la creación de políticas públicas que atiendan a toda esta población.