José Villalobos Ortiz: la mirada del desencanto
Antología de Poetas Laguenses




Por Paúl Martínez Facio

José Villalobos Ortiz fue un poeta laguense de finales del XIX y mediados del Siglo XX, nace en uno de los sitios más representativos de la ciudad, de donde luego tuvo que emigrar impulsado por los conflictos político-religiosos que aquejaron la región, tal como  explica Dante Alejandro Velázquez, cronista y poeta:

«José Villalobos Ortiz, es un poeta nacido en el Pueblo de Moya, él vivió en la primera mitad del siglo XX, y los últimos años de su vida no los pasó en Lagos, él vivió en la ciudad de León Guanajuato, donde falleció. Para ser preciso el nació en 1889 y murió en 1946. Tuvo que abandonar Lagos hacia la etapa de la guerra cristera, y prácticamente es un poeta desconocido aunque publicó en periódicos y revistas de Lagos y de León de esa época»,

Fue en la ciudad de León donde radicó y destacó con mayor brillo, compartiendo suerte con otros poetas locales y departiendo con personajes representativos de la ciudad zapatera, ahí también, fue miembro y fundador de la sociedad literaria llamada La Trapa, sobre la que nos cuenta el cronista:

«La Trapa fue una sociedad de poetas que trabajó durante todo el siglo XX en la ciudad de León Guanajuato, algunos poetas locales, que estuvieron publicando y participando en tertulias y en actividades sobre la literatura leonesa. Ellos publicaron algunos tomos, pero son también personajes muy desconocidos, hasta hace aproximadamente unos diez años, en los que un investigador, Juan Carlos Porras, publicó parte de su trabajo, y Villalobos pertenece a este grupo, junto con otro laguense, Gabriel López Arce».

Villalobos trabajó las formas breves, en cierto modo seguidor de Tablada, cultivó la brevedad, llegando incluso a utilizar el haikú. Sin embargo, poco se preocupó por la pretensión estética, no llegó a considerarse un vanguardista, aunque no se mantuvo plenamente en el modernismo.

«Trabaja los poemas breves, poemas bucólicos, en los que no hay más pretensión que generar una emoción o un sentimiento, dejando de lado los artificios de la lengua. Villalobos queda desamparado en su época, como un poeta que no se ubicaba en los periodos anteriores de la poesía, pero tampoco estaba en las vanguardias», comparte Dante Velázquez.

Esta soledad estilística en la que decidió permanecer, marcó también su obra y su perspectiva estética, su poesía es un canto a lo simple, a lo sencillo, poemas dedicados al árbol, a la paloma, al atardecer, a las cosas de todos los días, vistas con un cierto halo de nostalgia por un tiempo que antes fue mejor.

«Villalobos Ortiz, es un personaje de soledad, sus poemas son solitarios, son sobre las cosas muy cercanas pero en silencio, y él es un observador de lo que sucede a su alrededor, sin tener un contacto social o de colectividad en su poesía, muy intimista, como él mismo se hace llamar es un monje de la literatura, no llega a ser un poeta místico, pero sí un poeta muy íntimo y muy personal», añade.

Es a través de esta mirada de perfecto observador, que Villalobos retrata una época de desencanto que precede a dos guerras intestinas, primero la revolución y luego la cristiada, sobre todo la segunda, dejaron amplia huella en el ánimo de la región, Villalobos, poeta de la emoción, fue el principal en retratarlo.

«José Villalobos representa la poesía de una época en Lagos de Moreno, y para entender qué sucedía en Lagos en ese periodo, 1930-1940 sería muy pertinente leerlo. La soledad del individuo frente a una sociedad en decadencia, aparece en su obra, el callejón abandonado, los campanarios grises, las lunas muertas, todo ese tipo de elementos que nos hacen referencia a cómo debió haber sido Lagos de Moreno en esa etapa», concluye el cronista y poeta.

La primera mitad del siglo XX fue sin duda una época cargada de acontecimientos que debieron provocar el pensamiento reflexivo. El movimiento armado de los cristeros la pérdida de la paz y la posterior reincorporación a la “vida cotidiana”, el regreso a los lugares que no volvieron a ser los mismos. Reconstruidos sí, pero con un aire nostálgico de haber perdido algo irrecuperable. Villalobos Ortiz fue el poeta que mejor recogió este sentimiento, y el que a través de sus poemas, retrata el proceso de la reincorporación.