Cierre de medios de comunicación: falta de financiamiento y credibilidad




Por Jonatan Gallardo

En 2016 Manuel Clouthier Carrillo, columnista de El Universal, escribió que el modelo de los medios de comunicación tradicionales en el país se agotó; que la televisión, la radio y los periódicos están padeciendo la peor crisis de su historia en el México moderno, donde quizá los impresos son los que más están sufriendo.

Tan sólo este año, en Jalisco la revista Proceso cerró la edición dedicada a la entidad, así como Alerta Jalisco, mientras que Tráfico ZMG tuvo problemas fuertes y para no desaparecer generó alianzas. En Lagos de Moreno el periódico am dejó de circular.

El periodista Ricardo Balderas explica que estos sucesos son naturales, como cualquier empresa cuando deja de ser financiable o autosustentable. La diferencia cuando se trata de un medio de comunicación es que se violentan los derechos humanos, pues éstos existen para garantizar el derecho a la información.

Estos procesos son lamentables más allá de la pérdida de un espacio laboral, pues es la pérdida de un lugar de reflexión donde la ciudadanía debería de estar siendo informada.

«Yo la verdad es que a estas alturas veo muy pocas salidas. Lo dijo Marcela Turati durante su premiación: “las redacciones están secuestradas”. ¿Y a qué se refería? Mientras el presupuesto público que se ejerce para garantizar estos artículos de la constitución se ha cortado por las fuerzas del estado para pagar dadivas a amigos, pues los pequeños emprendedores van a ser muy pocos y van a pasar por procesos muy complicados, pasa con medios emergentes todo el tiempo que tienen que estar haciendo lazos con algunos mecanismos de poder para  subsistir algún tiempo, y eventualmente cuando molestan o se vuelven incómodos para sus financiadores: “no pago para que me peguen”».

Como esta práctica se sigue utilizando, “no pago para que me peguen”, retiran la publicidad gubernamental a cambio de que mantengan, muchas veces a modo de amenaza, una línea editorial que dicta el gobierno.

Es por esto que Balderas considera importante que se prosiga con lo ya realizado por la organización internacional Artículo 19 sobre la regulación del presupuesto público para medios de comunicación:

«Para mí, ahorita, el camino que hay que seguir tanto ciudadanía como comunicadores independientes es el de fortalecer estas herramientas jurídicas. Estamos pasando por un hecho histórico, la Suprema Corte de Justicia de la Nación dio el sí a la petición de Artículo 19. Entonces, habrá que ver los lineamientos y estar muy al pendiente de los términos que se van a legislar. Porque si bien es cierto que esta legislación existe de alguna manera y si tú estás dentro del registro nacional de medios de comunicación impreso te toca por antonomasia una vez al año la publicidad, bueno, esto también es discrecional porque si te vuelves incómodo te puede tocar un enero del 2014 y no te vuelve a tocar hasta un enero o diciembre del 2016, lo que te deja dos años sin financiamiento».

Hay un segundo problema luego del sustento gubernamental, porque si bien no debe ser la única salida existe el descredito generado.  La empresa privada o la iniciativa privada ya no ve necesario publicitarse en un medio impreso o en una televisora cuando estas abiertamente están perdiendo audiencia justo por la pérdida de veracidad.

Balderas explica que los medios de comunicación dejaron, por enriquecerse un momento, toda una generación de proyectos que eventualmente iban a ser fallidos porque no tienen cómo sustentarse. No tienen audiencia, credibilidad, ni figuras que sean un referente para la comunicación nacional y esto ocasiona que cuando están enfrente de una sala de negocios no puedan generar lazos publicitarios.