50 años ofreciendo fruta fresca a laguenses




Por Luz Atilano

De sus 80 años de vida, el señor Teodosio Campos Lozano ha dedicado casi 50 a la venta de fruta fresca. Orgulloso, cuenta que la cifra será exacta dentro de seis meses y que aunque dichos años corresponden directamente a este tipo de comercio, su oficio de comerciante inició algún tiempo atrás también con la venta de paletas heladas y gelatinas…

Y es que, han transcurrido varias generaciones de laguenses y aún se le puede ver atendiendo todos los días en su carrito a un costado de la explanada del templo de La Merced; ahora apoyado por sus hijos y nietos, pero siempre al pendiente del negocio que le ha dado para comer a él y a su familia. Con el mismo trato amable que le caracteriza hacia su clientela, nos comparte cómo es un día de trabajo para él:

“Lo primero en la mañana cuando se levanta uno, es empezar a lavar la vitrina, luego enseguida poner el hielo, enseguida empezar a picar la fruta que debe uno de picar y llenar la vitrina para sostenerse un rato el trabajo de estarla picando… Los domingos empezamos a las 5 (de la mañana) y entre semana a las 6, aquí nos ponemos de las 11 en delante y nos vamos a las 4 de la tarde. y los domingos de 10 (de la mañana) a 9 de la noche”.

Desde luego, acostumbrado al trabajo, el señor Teodosio Campos comparte que su disciplina y constancia viene desde antes, pues previo a este oficio se dedicó a la agricultura con la siembra de chilar, camote y maíz. Luego, en un ramo no muy distinto, encontró la manera de salir adelante para sostener a su familia, ganándose con el tiempo la preferencia de las personas y además, algo muy valioso para él, el trato con los consumidores

“Me gusta el trato de la gente porque aquí siempre está uno dialogando con todas las personas. Y lo mismo el trabajo, me gusta porque… de por sí me gusta el trabajo. La gente ya me conoce cómo trabajo yo mi negocio y ellos solos acuden aquí al campo donde estoy”.

Un buen servicio y un trato amable es lo que caracteriza a don Teodosio, y ello pese a las dificultades diarias, entre ellas el cansancio inevitable por el paso de los años y el constante subir y bajar de los precios de su materia prima:

“Lo cansado es estar parado todo el día, y ya mi edad… a mi edad siempre ya (se va resintiendo)… (Y aparte) los precios suben y bajan, cuando suben pues gana uno menos… y ya cuando están bien los precios, ya gana uno lo que debe de ganar… Yo prefiero dar igual aunque me cueste la fruta un poquito más… pero yo sigo dando igual (el mismo precio)”.

En su vitrina se pueden observar, siempre atractivas a la vista y al paladar, una gran variedad de fruta fresca: pepino, melón, piña, papaya, jícama, naranja y sandía a disposición del cliente. Algo que, dice, desea que sea continuado por su familia como hasta ahora lo han apoyado, cuando él ya no pueda o ya no esté presente.