La Antártida, el termómetro mundial sobre la contaminación con microplásticos
JUAN BARRETO / AFP




<app-location-line>Estrecho De Gerlache, Antártida.</app-location-line>

En el frágil y lejano ecosistema de la Antártida, el investigador colombiano Paulo Tigreros sumerge una red para recolectar partículas diminutas. Sabe que la presencia de microplásticos en uno de los rincones mejor conservados del mundo es un termómetro sobre la contaminación del planeta.

Como un colador, la malla permite el paso del agua y retiene sólidos que flotan en el Estrecho de Gerlache, un canal natural de unos 160 kilómetros de largo que se supone a salvo del deterioro ambiental que afecta al resto de la Tierra.

Tigreros recolecta las muestras y al regresar a su país determinará con microscopio y otros equipos si contienen microplásticos,

partículas hechas con polímeros y otros compuestos tóxicos que pueden ser tan pequeños como la milésima parte de un milímetro.

  • El biólogo marino, de 51 años, y otros investigadores que navegan en el buque ARC Simón Bolívar de la Armada colombiana sospechan que pueden haber llegado de diversas maneras a la Antártida, punto donde confluyen las aguas del Pacífico, el Atlántico y el Índico.

En esos océanos ya está probada la presencia de esas partículas por mal manejo de los desechos. Fueron fabricadas inicialmente en tamaños minúsculos o son resultado de la degradación física y química de objetos de plástico que tardan cientos de años en degradarse.

"Nosotros pensamos que la Antártica es un continente totalmente alejado", pero "está reflejando la problemática ambiental" del planeta, dice el investigador de la Universidad de Bogotá Jorge Tadeo Lozano a reporteros de la AFP que acompañan la X Expedición Científica de la Armada.

Tigreros lamenta que los microplásticos ya sean "omnipresentes" en los océanos, pues sus efectos pueden ser letales para los animales y los ecosistemas.