El líder de los talibanes afganos, el mulá Omar, murió hace dos años en circunstancias misteriosas, aseguró este miércoles la agencia de inteligencia afgana, lo que confirmaría los rumores existentes desde hace tiempo en medios oficiales y entre los rebeldes.

Los insurgentes no han confirmado la muerte de Omar, que en 2001 desapareció al huir de Afganistán para no volver a mostrarse jamás en público.

"El mulá Omar está muerto. Murió en un hospital de Karachi en abril de 2013 (...) en circunstancias misteriosas", indicó el portavoz del Directorio Nacional de Seguridad afgano, Haseeb Sediqi, a la AFP.

Previamente, un portavoz presidencial afgano, Sayed Zafar Hashemi, había anunciado una investigación oficial, al intensificarse los rumores.

"Hemos visto informaciones sobre la muerte del líder talibán", dijo Hashemi en una conferencia de prensa en Kabul.

Un alto funcionario del gobierno afgano, que requirió el anonimato, había dicho a la AFP que el mulá Omar había "muerto de una enfermedad hace dos años y había sido enterrado en la provincia de Zabul", sur de Afganistán, su región de origen.

La muerte fue confirmada a Kabul por responsables de Pakistán, agregó la misma fuente.

"Según mis informaciones, murió", declaró a la AFP un responsable talibán que requirió el anonimato, agregando que no conocía la fecha exacta ni las causas de la muerte.

Los rumores sobre la muerte del jefe supremo de los talibanes, en el poder en Afganistán entre 1996 y 2001, se intensificaron en los últimos meses debido a la ausencia de mensajes sonoros y visuales de su parte.

El último mensaje atribuido a Omar es un comunicado escrito enviado a mediados de julio, justo antes del Aid el Fitr, la fiesta que marca el fin del ramadán, en el que aprobaba implícitamente el diálogo con el gobierno.

"El rumor de su muerte comenzó a circular la semana pasada en las filas de los talibanes cuando, por primera vez, su mensaje con motivo del Aid el Fitr nos llegó sólo por escrito", explicó a la AFP el responsable talibán que mencionó su muerte.

Los rumores sobre la muerte del mulá Omar tienen lugar unas semanas después de un primer contacto oficial con vistas a conversaciones de paz entre el gobierno y la rebelión.

La muerte del mulá Omar podría constituir un duro golpe para la insurgencia talibán, desgarrada por divisiones internas y amenazada por el auge del grupo Estado Islámico (EI).

Los talibanes están divididos entre la nueva generación de comandantes que dirigen la guerra en el país y los anteriores mandos dirigentes refugiados en el exterior desde 2001.

También existen diferencias entre los dirigentes en el exterior. Por un lado los mandos presentes en Pakistán y por el otro "el buró político" exiliado en Catar, que acusa a los primeros de estar dirigidos por el gobierno paquistaní.

Por otra parte, los talibanes registraron en los últimos meses deserciones de militantes atraídos por el grupo Estado Islámico.

Esos militantes, al igual que varios comandantes en territorio afgano, se oponen a las negociaciones con el gobierno.

Hasta ahora, los talibanes pusieron como condición a una eventual negociación de paz el retiro de Afganistán de todas las tropas extranjeras, que los expulsaron del poder a fines del 2001 y apoyan al gobierno prooccidental de Kabul.

Los contactos, que deben reanudarse dentro de unos días, no tuvieron ningún efecto en el terreno, donde los combates prosiguen y los talibanes intensificaron sus ataques.