El hartazgo tapatío




Guadalajara, Jalisco.

Sí, el Gobierno del Estado de Jalisco monitorea el descontento social en la entidad.

De acuerdo a la respuesta a la solicitud de transparencia UT/01654-06/2018, la Dirección de Estudios Estratégicos y Desarrollo Político de la Secretaría General de Gobierno de Jalisco registró 60 marchas y concentraciones masivas de personas en la Zona Metropolitana de Guadalajara del 1 de enero al 30 de abril del 2018.

En esos cuatro meses, la suma de eventos en los que la sociedad expresó su hartazgo equivale al 32% del total de marchas y concentraciones que la Secretaría General de Gobierno registró en todo el año 2017: 187.

Según la estadística recibida vía transparencia, el motivo principal por el que se organizaron manifestaciones los primeros cuatro meses del año fue la exigencia del pago de tierras de los ejidatarios de El Zapote, empatado con las marchas de Antorcha Campesina –8-; le siguen las marchas y concentraciones por las y los desaparecidos en Jalisco -6-, incluidas las de los tres estudiantes del CAAV y la presunta desaparición forzada de cuatro hombres en Autlán de Navarro.

En el registro hay dos marchas por los 43 estudiantes de Ayotzinapa desaparecidos en 2014 y múltiples temas que originaron una concentración: contra el maltrato animal, contra la violencia de género, contra la contaminación y contra la Ley de Seguridad Interior, por ejemplo. También se registraron manifestaciones en defensa de los derechos laborales –trabajadores del Sistecozome, de la Secretaría de Salud Jalisco, del ayuntamiento de Zapopan y de sindicalizados de Telmex- y por mejores condiciones en el mercado –ejidatarios de Tizapán el Alto y diferentes productores de maíz y sorgo-.

- ¿Por qué marcha la gente? -

En entrevista, el investigador del departamento de Estudios sobre Movimientos Sociales de la Universidad de Guadalajara (UdeG), Igor González Aguirre, explicó que las marchas son la convergencia de personas con intereses y demandas en común. Si son permanentes, las marchas pueden trascender en movimientos sociales.

“Una manifestación suele ser, no sé si el término sea el más adecuado, mucho más efímera mientras que el movimiento social, como tal, suele tener una permanencia mayor en el tiempo”, dijo González Aguirre.

Como ejemplo de movimientos sociales históricos, el investigador de la UdeG señaló a los campesinos que buscan la posesión de la tierra y a los obreros que buscan la mejora de sus derechos laborales, aunque también mencionó nuevas problemáticas “de nuestro tiempo”.

“La violencia siempre ha tenido un papel importante en el desarrollo de un país como este, no hay que cerrar los ojos a eso. Pero lo cierto es que se está recrudeciendo, se está incrementando cualitativa y cuantitativamente. El fenómeno de la desaparición tenía una presencia fuerte a finales de los 70 y principios de los 80, en la llamada ‘guerra sucia’, sólo que estas tenían un componente político-ideológico. Hoy se desaparece prácticamente a cualquiera (…) Hoy esa dimensión de lo violento se ha expandido al grado de que hoy nos toca a todos”, explicó el investigador de la UdeG.

González Aguirre dijo que agrupaciones como Por Amor A Ellxs –surgido en enero del 2015- integrada por familiares de personas que buscan a sus desaparecidos en Jalisco, es un ejemplo de cómo se origina un movimiento, en este caso, uno que exige la aparición de las personas.

Para mí, Por Amor a Ellxs están en la vía de convertirse ya en un movimiento como tal, si es que no lo son ya. Han producido un montón de cosas: procesos de acompañamiento que el Estado no brinda. Han producido procesos de asesoramiento que el Estado es incapaz de brindar, como procurar justicia.

Frente al tema de lo violento y el tema de las desapariciones, el duelo, una cosa altamente privada, se vuelve una cosa política y empieza incluso a ocupar espacios públicos y a resignificarlos, como ha ocurrido con la glorieta de los Niños Héroes, hoy resignificada como la Glorieta de las y los Desaparecidos”, señaló González Aguirre.

- El perfil del manifestante -  

Ante un problema de “nuestro tiempo” como la violencia –explicó el investigador- las constantes marchas desdeñan un nuevo perfil del manifestante tapatío contemporáneo. Para González Aguirre, es un perfil bastante diverso:

“Hoy es posible encontrarse manifestándose en conjunto a sectores de la población que antes era impensable, que hace 30 o 40 años era impensable que estuvieran manifestándose codo a codo en las calles. Piensa, por ejemplo, en el sector obrero y el sector ambientalista (…) Unos buscaban mejores condiciones laborales a partir de una mayor producción que consumía un montón de insumos naturales; mientras que los ambientalistas lo que buscaban era la protección de recursos naturales. Hoy podemos ver que estos dos sectores, antes opuestos, tienen algo en común y salen a manifestarlo en las calles”.

Además, el investigador señaló que la participación en una manifestación “te provoca cosas no sólo en la razón sino también en la dimensión afectiva de lo que te hace ser un sujeto”.

- El ‘éxito’ de una marcha –

El criterio para evaluar la utilidad de una marcha también ha cambiado a lo largo del tiempo. Lo que antes eran concentraciones masivas para conseguir que el Estado solventara diferentes demandas, hoy tiene dos nuevos objetivos, explicó González Aguirre:

“Hoy las manifestaciones son una especie de caja de resonancia donde convergen los distintos temas orientados políticamente que interpelan a la sociedad, que le dicen algo, que la hacen adoptar una postura (…) Pero también se han convertido en instancias productoras de sentido. ¿Qué quiere decir esto? Que participar en una movilización, en una manifestación o una concentración, te dice cosas, te provoca cosas no sólo en la razón sino también en la dimensión afectiva de lo que te hace ser un sujeto”.

En este sentido, explicó el investigador, la efectividad de una marcha ya no se mide sólo con su cantidad de asistentes sino “con la capacidad que esta tenga para colocar demandas en la esfera pública, que después se convierten en agenda pública y luego en agenda gubernamental”.

Igor González Aguirre parafraseó al filósofo francés Jacques Rancière al decir que la interrupción del orden del Estado abre la posibilidad a la transformación.

“Acudir a espacios que más o menos representan al orden instituido como una oficina de gobierno o a una carretera para bloquearlos y, como el caso de la glorieta de los Niños Héroes, resignificarlos, implica una interrupción de ese orden. Esto abre la posibilidad del surgimiento de lo político y, por lo tanto, abre la posibilidad de una transformación”.

- La ecuación de la ingobernabilidad -

El investigador de la UdeG expuso que existen condiciones en México, y en particular en el estado de Jalisco, a las que se les debe prestar atención ya que pueden originar un estado de ingobernabilidad si es que no se atienden.

“Tenemos un contexto de crisis institucional de legitimidad; a eso hay que sumar un incremento de la serie de oprobios a los que se tiene que enfrentar la sociedad, muchas veces estos oprobios han estado, por acción u omisión, situados del lado del Estado; más un profundo descontento social; más una serie de aprendizajes por parte de la sociedad civil organizada que está poniendo en práctica constantemente y que ya llevan 25 años. Abajo, para cerrar esta ecuación, tendríamos el contexto violento en el que estamos inmersos. En conjunto, estos factores dan como resultado un caldo de cultivo para escenarios muy complicados, incluso de ingobernabilidad en el país.

Seguramente las instituciones tienen detectado ya una serie de focos rojos importantes y deben estar alertas ante el próximo proceso electoral y, sobre todo, del resultado. Habría que ver qué pasa al día siguiente de la elección”, concluye González Aguirre, refiriéndose a la respuesta a la solicitud de transparencia UT/01654-06/2018 en la que la Secretaría General de Gobierno de Jalisco enlistó las marchas y concentraciones de enero a abril del presente año.

- El mito de la apatía Tapatía -

Hay un imaginario social que sugiere que en la parte occidente del país, especialmente en Guadalajara, las personas no se manifiestan tanto como en otros lugares, reconocer González Aguirre. Sin embargo, basado en su estudio de los movimientos sociales del siglo XX en la capital de Jalisco el investigador de la UdeG desmiente la idea de la “apatía tapatía”:

“La verdad es que, desde el siglo XX, hay una efervescencia importante de manifestaciones y movimientos sociales importantes para el país en esta parte de México, en el occidente. (29:35) Hay un choque entre el imaginario que sugiere que esta zona es conservadora, con la efervescencia de manifestaciones y de expresiones de carácter político por parte de la sociedad. Me resulta muy interesante”.

Por último, frente a las elecciones del 1 de julio, González Aguirre descartó que la votación inhiba o reduzca el nivel de descontento social en Guadalajara y en el Estado de Jalisco. Como si fuera balanza, explicó que mientras por un lado existe la hipótesis de que las manifestaciones pueden menguar con la esperanza de un cambio, por otro lado, hay un profundo descontento con la vía partidista-electoral. Sobre esta última situación ahondó:

“Para mucha gente, -la elección- no representa tal cual una participación de las decisiones públicas sino una coyuntura en la que muchas veces se decide por alguien sobre quien uno no tuvo una injerencia, por alguien que te va a gobernar, pero sobre quien tú no tuviste injerencia alguna en que él o ella fueran el que te fuera a gobernar. Habrá que ver qué ocurre después del próximo domingo”, concluyó.


Cristian Rodriguez