Guadalajara, Jalisco.

Dicen que los héroes llegan con la tempestad, y en Guadalajara no es la excepción. El sábado pasado, una persona estuvo a punto de morir ahogada, encerrada en la cabina de una camioneta que se quedó sin frenos y acabó navegando en un paso a desnivel inundado.

Mientras el policía Fabián Ruvalcaba Olvera patrullaba la zona de la Minerva, se percató de que una camioneta se fue de filo en avenida Niños Héroes y avenida Inglaterra. El automotor se quedó sin frenos, y adentro, un hombre que no sabía nadar, pedía auxilio.

Fotografía: Medios

Imagine la escena y la rapidez con la que tuvo que actuar este policía. No había muchas opciones, y el agua llegando a caudales al túnel.

No hay mucho qué hacer. El policía se saca el chaleco, se quita la pistola, y con todo y botas, se mete a nadar. Comienza el rescate.

La persona rescatada sale con una crisis nerviosa, y nosotros tenemos la historia de un policía buzo que patrulla la ciudad.

Fotografía: Medios

Lo que más recuerda Fabián es la confianza que le tuvo el ciudadano. Siendo las policías municipales las instituciones peor evaluadas en las encuestas de percepción de confianza, Fabián no sólo nado contra la corriente de agua, sino contra el estigma que tiene la corporación.

Un día antes de este rescate, dos policías fueron asesinados al intentar frustrar un asalto. Más allá de las botas tácticas y el chaleco antibalas, lo que hay son personas con un oficio que casi siempre es mal pagado, estresante y poco valorado.

Por lo pronto, ya tenemos un héroe. O por lo menos, uno en la familia. Fabián sabe que la mejor lección que le puede dar a su hijo de seis años, es el ejemplo.