El caso Özil pone a prueba la candidatura alemana a la Euro 2024




Berlín, Alemania.

El retiro de Mesut Özil de la selección alemana de fútbol provocó una crisis dentro de la federación germana que pondrá a prueba uno de los grandes proyectos de la DFB: la organización de la Eurocopa de 2024, que disputa precisamente con Turquía.

Özil, de raíces turcas, se retiró de la "Mannschaft" acusando de racismo a la federación y sacudió el paisaje del fútbol alemán y también al país, que reabrió el debate sobre la integración de los inmigrantes en una sociedad que hace poco mostraba orgullosa su multiculturalidad.

Reinhard Grindel, el presidente de la Federación Alemana (DFB), rompió el jueves un silencio de semanas en un comunicado oficial en el que rechazó las acusaciones de racismo de Özil. E intentó de paso calmar las aguas de cara al futuro.

"Los valores de la DFB son también mis valores. La diversidad, la solidaridad, la lucha contra la discriminación y la integración son valores y convicciones que me importan mucho", escribió el dirigente, que fue miembro del Parlamento alemán con la Unión Demócrata Cristiana (CDU, el partido de la canciller Angela Merkel).

Sin embargo, ¿cómo consolidará su aspiración a la Eurocopa una DFB que está asociada internacionalmente a una acusación de racismo?

En el comunicado del jueves, el dirigente alemán afirmó que organizar el torneo "es el objetivo más grande". "Para todos estos proyectos, debemos trabajar juntos en las próximas semanas y meses con gran compromiso".

Grindel mandaba así un mensaje de unidad de cara a la Euro 2024, en la que Alemania partía hasta hace poco como favorita tras presentar recientemente su candidatura con el ex capitán Philipp Lahm como figura de la delegación germana.

"Somos un anfitrión abierto al mundo, tenemos estadios modernos y una buena infraestructura. Con nosotros, el fútbol está como en casa", dijo Lahm, que como capitán de la "Mannschaft" ganó el Mundial de Brasil 2014 y fue subcampeón en la Euro de 2008.

Pero el rival, Turquía, no podría ser más inoportuno. Toda la polémica del caso Özil empezó con una foto del volante en Londres en mayo pasado junto a Recep Tayyip Erdogan, el presidente turco. La prematura eliminación en el Mundial de Rusia, donde Alemania defendía el título, no hizo más que atizar el fuego.

Y es que a Grindel y a la Federación no solo los critica Özil, sino también dirigentes como Karl-Heinz Rummenigge, jefe de la junta directiva del Bayern Múnich.

"No veo un manejo profesional de la crisis en estos momentos. No me sorprende, porque la DFB está manejada actualmente por amateurs", expresó.

El jefe de la Liga alemana, Reinhard Rauball, consideró que el asunto fue subestimado por la DFB, al tiempo que mostró su preocupación por el "daño permanente" que esto podría ocasionar al fútbol alemán.

Unos días atrás, además, una encuesta reveló que una mayoría de alemanes apoya la dimisión de Grindel.

Como si fuera poco, la elección de la sede del torneo está a la vuelta de la esquina: el próximo 27 de septiembre, en una reunión del comité ejecutivo de la UEFA.

Grindel no solo tendrá así que responder a la pregunta de cómo renovar la "Mannschaft" tras el fiasco de Rusia, sino de qué hacer para sostener y llevar a buen puerto la candidatura germana.

El dirigente, que llegó hace dos años al cargo, en medio del escándalo de corrupción del Mundial que Alemania organizó en 2006, deberá lidiar ahora con su propia crisis.