Bárbara Jacobs en conferencia magistral

Por Aarón Navarro Aguirre

La Cátedra Sergio Pitol ya ha abrigado a importantes personalidades del panorama cultural e intelectual tanto de la escena nacional como internacional. A esta casa de estudios ya han venido escritores como Javier Sicilia, la poeta Pura López Colomé, el filósofo español Eduardo Subirats, y en esta ocasión, a la multinacional escritora Bárbara Jacobs.

La autora de importantes obras como Las hojas muertas o Vida de mi amigo, tituló su conferencia De dos símbolos a una realidad: la identidad de una escritora, donde refiere que importantes elementos determinaron su condición literaria y personal.

“Me gusta creer que dos regalos particulares que recibí en mi infancia fueron tan determinantes para mi identidad como pudo serlo mi herencia y, como sin duda, contribuyeron a serlo las circunstancias en las que me formé. El primero de este par de este par de regalos determinantes significativos fue una libreta no muy gruesa, forrada de piel natural con una lengüeta y una chapa que la cerraba a la mitad de su no muy alto tamaño, y visible con la palabra Diario grabada en grandes y estilizadas letras doradas al frente”.

Esto fue lo que pronunció al inicio de su charla, en donde manifestó que su amor por las letras y su identidad como persona y escritora estuvieron pautados por dos elementos: su diario y su estudio, el cual ha tomado una múltiple cantidad de contenedores, y que menciona como su segundo regalo.

“Si pienso que en este sentido ‘estudio’ es el lugar en que trabajo sucede que yo trabajo en lugares que no siempre son lo que se entiende por lugar, como puede ser el no-lugar que piso mientras camino y pienso, y tengo ideas o aclaro frases que de inmediato, me detengo a anotar, pues conmigo siempre cargo una libreta, o por lo menos, una hoja de papel y un lápiz, un borrador y un sacapuntas, y se los puedo mostrar”, compartió.

La conferencia que dio Bárbara Jacobs se puede definir como un gran ejemplo de cuando a muy precisos elementos se les toma un especial cariño para construir a una persona. También contó algunas anécdotas que sólo a una escritora como a ella le podrían pasar. Mencionó su relación con los objetos, en especial, con los escritorios. Su primer escritorio lo compró ella con su primer sueldo y habló también de la especial relación que tenía tanto con su amigo Sergio Pitol como con el escritorio de éste.

Finalmente, en el espacio de preguntas manifestó que la condición de la juventud literaria de hoy en día es diametralmente diferente a la condición de ella y de sus contemporáneos, pues la juventud goza de los recursos informáticos y que su generación no, ella se adscribe más propiamente a lo clásico.