Guadalajara, Jalisco.
El reino vegetal es el fundamento de la vida en la Tierra. El desarrollo de la capacidad de fotosíntesis, o sea, transformar la energía solar en alimento, es una operación que implica convertir el carbono en oxígeno, e hizo posible la atmósfera respirable que es hoy la característica del planeta. En la actualidad, en tiempos de calentamiento global, los árboles y las plantas en general son respuesta de mitigación y adaptación, pues en la medida en que se conserven y se recuperen sus viejos espacios, se contarán con sumideros para fijar el carbono excedente que flota sobre la superficie terrestre, y que acentúa el efecto invernadero.
Ese es el marco en que se justifica la conservación de espacios como el Arboretum, o “galaxia botánica”, enclavado en Jardines del Bosque, en Guadalajara, y siempre amenazado por los “modernizadores” de la ciudad.
Pero su promotor original, el botánico aficionado Óscar Valencia, tenía pretensiones más modestas cuando lo concibió, hace más de 20 años.
El Arboretum está estructurado para ser un breve pasaje a la evolución del reino vegetal. Desde helechos y coníferas, que existían desde antes de la era de los dinosaurios, hasta las modernas plantas con flores.
El trabajo tiene su complejidad. Muchas plantas responden de inmediato. Otras son de difícil adaptación. Una vez que éste se logra, es un triunfo que debería sustentar políticas de diversificación de la flora de los espacios públicos. Pero suele ser ignorado.
La colección botánica del Arboretum afronta el problema de estar en un espacio público y que las administraciones municipales, pues es propiedad de la ciudad, son de corto plazo. De allí a la defensa de los científicos y usuarios para que se garantice larga vida a esta rareza, es decir, que no se la trague el afán modernizador de los gobernantes.